lunes, 22 de octubre de 2007

LA GUERRA DE LOS MUNDOS


La novela de H. G. Wells de la que parte esta película cuenta cómo Inglaterra era invadida por los marcianos a comienzos del siglo XX y lo hace con la perspectiva de un hombre de comienzos del siglo XX: los marcianos llegan a la Tierra a bordo de una especie de balas de cañón -siguiendo seguramente a Verne y su "Viaje a la Luna"-, su aspecto era tirando a horripilante (algo así como enormes pulpos con eterna sonrisa sardónica), tenían algo de mágico a pesar de que la mentalidad de Wells era la de un científico y así, prácticamente de la nada, construían sus trípodes mortíferos, y en el fondo, aun contando con una tecnología muy avanzada, eran unos "almas de cántaro": nuestras bacterias, microbios, virus, etc. daban buena cuenta de ellos sin que se enterasen siquiera de dónde les venía el guantazo. La novela no creo que tenga parangón con otra novela de ciencia-ficción que narre una invasión extraterrestre: Wells puso tales sentidos de la verosimilitud y minuciosidad para contarnos algo tan lejano a la experiencia , que la trama se revela como capaz de cortar el aliento en varias ocasiones y tiene pasajes aún hoy no superados. La película de 1953, dirigida por Byron Haskin (The war of the worlds), estaba ya algo desfasada, aunque el director evitaba hablar de cañones y disparos sobre la superficie de Marte para ilustrar el despegue de los marcianos camino de nuestro mundo, y presentaba una nueva gama de máquinas invasoras con pinta de "snorkel" y dos tipos de rayos destructores de gran verismo, en tonalidades verdes y anaranjadas. La película se involucraba en el subgénero de la ciencia-ficción-guerra fría, donde los extraterrestres (curiosa versión del marciano la que da Haskin, una cruce poco elegante del "peeping tom" de Powell y el David Niven de "Mesas separadas" jaja) eran en realidad el "terror rojo", como también lo era la acelga-vampiro de Christian Nyby-Howard Hawks ("El enigma de otro mundo", The thing, 1951), y la película propugnaba que la unión hace la fuerza contra el "feo" y "malo" enemigo, aparte de hacer gala de un rancio misticismo. ¿Qué decir de la versión de Spielberg? Aparte de la fidelidad que pretende mantener hacia el original de Wells (en parte ridícula en los tiempos en que vivimos, sobre todo en lo relacionado con el final de los extraterrestres) y que en seguida se pierde por los vericuetos de la ideología conservadora a la que nos tiene acostumbrados (la familia como maravilloso reducto desde el que vencer al invasor), la horrible interpretación de los actores, sobre todo del casi siempre negado Tom Cruise, en todo lo que no sea correr (esto lo borda), y algunos intentos vanos de poner la historia al día (los marcianos planearon la invasión antes de la aparición del hombre sobre la Tierra), sólo queda el indudable talento narrativo de Spielberg, que consigue salvar algunos instantes del bochorno precisamente a base de capacidad para el gran espectáculo y dominio sobre las emociones más primarias del público, todo ello arropado por el sempiterno presupuesto descomunal: así le quedan del todo aterradoras las escenas en las que los trípodes salen de la tierra y comienzan a atomizar gente (especialmente notable la desintegración en primer plano de una esforzada escapista); el ruido ensordecedor y extraño que hacen los trípodes, del que se habla en la novela de Wells, el mismo diseño de aquéllos o episodios-clave como el ataque al barco o la destrucción del primer trípode. Por otro lado, aunque la idea de la llegada de los extraterrestres a bordo de rayos parece enloquecida, Spielberg consigue hacerla creíble por medio del rostro de la pequeña Dakota Fanning, dominado por la sensación de lo funesto y único punto destacable del trabajo de los actores. Otras escenas, sin embargo, carecen de cualquier tipo de fuerza: la aparición de unos extraterrestres reptantes y como atacados de ciática, el discurso de Tim Robbins (sobrante) , la búsqueda de la familia disgregada (sobre todo la de una sosísima Miranda Otto), la hierba roja necesitada de continuas transfusiones...En fin, un film extraño, muy irregular, al que no sabes si querer u odiar, pero con fragmentos de indudable buen cine que te harán incluso saltar de tu sillón (a mí, y eso que uno no es pusilánime, me ocurrió).