La fuente de la vida (The fountain, 2005) sufrió los más variados contratiempos, antes de ver la luz, rematados por el abandono de la productora que se iba a hacer cargo del proyecto. El mismo director, el inclasificable Darren Aronofski (Pi, fe en el caos, Pi, 1998; Réquiem por un sueño, Requiem for a dream, 2000), se vio obligado a rodar la película como producción independiente después de todo este cúmulo de avatares, cambiando todo el equipo, los actores (inicialmente iban a protagonizar el insoportable Brad Pitt y Cate Blanchett), los escenarios de rodaje, etc. No sabemos cómo hubiera quedado la primera producción -según palabras de Aronofski, el equipo inicial era de una enorme eficacia-, sólo podemos contemplar el resultado de su decisión personal de abordarla, y sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que se trata de una película fascinante en cuanto a sus imágenes, el trabajo de sus actores (inolvidables Hugh Jackman y Rachel Weisz) y el argumento, algo así como la búsqueda de la fuente de la vida por parte de un hombre (Jackman) que se resiste a que la muerte le prive de la mujer que ama (Weisz). La búsqueda es tan intensa y desesperada, que Jackman busca, o parece buscar, esa solución imposible a lo largo de tres épocas y tres espacios bien definidos: la España y la Nueva España del siglo XVI, nuestra época y Canadá (donde finalmente se rodó la película) y un futuro incierto, en una nave con forma de esfera transparente, cerca de una estrella moribunda llamada Xibalba, que contiene a un Jackman rapado y con pinta de buda (algo más fibrado, claro jajaja) y un árbol moribundo. Un argumento tan aparentemente poco plasmable en imágenes alcanza sin embargo una excitante, y personalísima, puesta en escena, con una conclusión que sólo me atrevo a aventurar: la eternidad del amor parece oponerse a la fugacidad de la vida, pero sólo en apariencia, pues eternidad y fugacidad acaban siendo una misma cosa. Resaltar la banda sonora de Clint Mansell, cíclica y minimalista, adaptándose perfectamente a la cualidad intemporal del film.
En fin, no una película fácil, tampoco una película al uso. Más bien, una película para pensar y reflexionar, dotada de distintos niveles, y sobre todo, poseedora de un halo romántico irresistible.