lunes, 21 de julio de 2008

EL DIABLO EN LA SEÑORITA JONES

¡¡Y hoy toca un film porno!!! Al fin, amigos...ja, ja. Pero, evidentemente, no iba a ser un porno habitual. Se trata, por si no os lo imagináis, de "El diablo en la señorita Jones" (The devil in Miss Jones, Gerard Damiano, 1973). Lo incluyo aquí no por sus escenitas verdes, que las tiene, y que sin duda satisfarían a los muchos espectadores que en su día fueron a verla (aquí en España, ya bien entrada la democracia, por supuesto). Y sin duda siguen resultando atrevidas incluso hoy. Pero "El diablo.." resulta peculiar porque aparte de estas escenas, tiene un argumento, y éste entronca conceptualmente con el cine fantástico. Veamos: una mujer madura, gris y aburrida de la vida decide poner fin a ésta; tras realizar el suicidio escabroso pertinente, mantiene una entrevista con alguien que le dice que es candidata al infierno; al no explicarse qué ha podido hacer para merecer castigo semejante, pide un intervalo de vida para realizarse en el pecado y claro está, escoge, tras serle concedido ese tiempo, el pecado de lujuria. Tan curioso arranque sirve al director, Damiano, para mostrar a la protagonista, Georgina Spelvin (no nacida así, sino tomado el pesudónimo del actor George Spelvin), en todo tipo de situaciones hardcore que, sin lugar a dudas destacan por la audacia de la mentada y por su verismo. Ayudada por un maestro (el actor porno Harry Reems), Miss Jones (que responde al nombre de pila de Justine, como el sadiano personaje) es iniciada e instruida en el sexo en todas sus formas, aprobando con sobresaliente. Lo curioso es que Georgina Spelvin no tiene ni la sosez ni la torpeza interpretativa de una Sylvia Kristel, no se limita a lamer jugos e introducirse todo tipo de cilindros de mayor o menor tamaño en sus orificios, la transformación de su personaje está muy conseguida y es mérito de la actriz.
Originalísimo el final, en el que una ya arrojada al infierno Miss Jones tiene que hacer frente a la eternidad sin otra compañía que la de un condenado impotente ¿Hábrase imaginado mayor tormento para una Justine ya casquivanizada?
Porno "rara avis", en cierto modo en la línea de "El Imperio de los sentidos" (Ai no corrida, Nagisa Oshima, 1976), aunque no alcanza la hondura filosófica de aquél, y que vale para casi todos, para quienes buscan el mero placer del sexo en la pantalla y para quienes gustan de un cine que diga algo más (o sencillamente algo).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Señorita Jones... si es que el tedio no conduce a nada bueno...
pero una pregunta filosofica:
¿la persona tediosa nace ó se hace? jajaja
besos
nieve

antonio calvo dijo...

No sé si mi respuesta será muy filosófica, pero al menos hela aquí:
Existen al menos tres casos: el de la persona tediosa de nacimiento (porque sus papás y abuelos ya lo eran), el de la persona vuelta tedio (por sí misma o con la ayuda de otras personas tediosas) y el del tedio vuelto persona (por sí mismo, o con la ayuda de otros tedios vueltos personas jajaja).Besos a la nieve